miércoles, 4 de enero de 2012

14/02 *Capitulo 1*



Nunca había sido muy nerviosa. La vida me había enseñado que las cosas cuando pasan, es con algún propósito que en ese momento no podía apreciar del todo, así que cualquier cosa mala que me pasara, simplemente suponía que era algo que tenía que pasar para que algo mejor pasara en mi futuro.

Se le puede llamar optimismo, yo lo llamaba no tengo de otra. Por lo que sí, creía en el destino y en mi formar de entender este mundo, creía que había una fuerza superior que nos controlaba a nosotros y a cada una de las situaciones de día a día.

Por lo que no pensaba que fuera coincidencia que mi padre hubiera perdido el automóvil en otra de sus apuestas, quizá tendría que andar más en el transporte público, pero sería por algún buen motivo. No lo que apreciaba tanto, era el hecho de tener que buscar un trabajo de medio turno para ayudar a pagar las consecuencias de la adicción de mi papá.

Es bien sabido por todos que la universidad es algo complicado por si sola, si le añades tener que trabajar para poder pagarla, se convierte en algo casi imposible. Haciendo que la imposibilidad te lleve a parecer un zombie por casi 3 años.

Incluso para una persona optimista como yo, haber sido rechazada por lo que serían ocho trabajos, era algo que lograba desanimarte. La mayoría quería personas con experiencia, y de tiempo completo.

Me senté un momento en el sillón individual dentro del café de Starbucks, estaba cansada. Tenía aproximadamente cuatro horas caminando alrededor de la plaza entrando en cada uno de los locales que parecían decentes y con un gerente amable.

Resultaba que la mayoría de los gerentes solo eran amables cuando eras un cliente en potencial, cuando se daban cuenta que no era así; la enorme sonrisa se desvanecía y en tres palabras de echaban de la tienda.

Natalia. – Gritó el dependiente que había tomado su orden. Natalia se aproximo con pesadez y le agradeció con una sonrisa fugaz. — ¿Día pesado? – Le preguntó con una sonrisa un tanto forzada.

Algo, estoy buscando trabajo de medio tiempo y al parecer nadie en esta plaza planea contratar gente. – Expliqué mientras le agregaba un poco de azúcar al té.

Medio tiempo ¿eh? ¿En la mañana o en la tarde? – Preguntó al mismo tiempo que batía la bebida de otro cliente.

Tarde. – Contesté volviendo a cerrar el vaso.

Podrías trabajar aquí. – Anunció.¡MIGUEL! – Exclamó asustándome un poco. —Lo siento, el trabajador anterior me acaba de anunciar que renuncia y el cubre el puesto de la tarde.

¿Es en serio? – Empezaba a sentir como el cansancio se iba poco a poco mientras que la ilusión llegaba. Claro que Starbucks no era mi trabajo soñado, pero peor era nada.

¡Seguro! ¿Tendrás alguna aplicación extra?

Si. – Contesté y enseguida busqué en mi mochila la carpeta donde las había guardado y le entregué una.

¿Tienes alguna experiencia? – Preguntó mientras leía mi currículo. Mi sonrisa se desvaneció un poco, era en esta parte normalmente la entrevista iba mal.

No realmente, pero aprendo muy rápido.

Seguramente. – Contestó con una sonrisa rápida. – Tendré que avisar al gerente, pero ¿cuándo puedes empezar? – Preguntó mirándome fijamente con una sonrisa sincera. Sentí un gran alivio, había conseguido un trabajo.

Estacionó su coche enfrente de mi casa y me baje caminando con paso lento. No quería llegar a mi casa donde mi madre estaría esperando una explicación del porque no había llegado a dormir la noche anterior.

Mi facha probablemente se lo diría: con ojeras, la misma ropa de ayer, el pelo despeinado, mal aliento, una que otra lagaña. ¿No era obvio?

Ricardo. – Exclamó mi mamá al verme entrar por la puerta y corrió hacia mí.-- ¿Dónde estabas? Me tenías extremadamente preocupada. ¿Estuviste de fiesta?– Dijo acomodando mi pelo. La miré y sonreí, mi madre siempre tan preocupada. Su estatura la hacía parecer una muñeca de porcelana.

Madre. – Saludé depositando un beso en su cabeza. --¿Hueles alcohol?

No.

Entonces, ¿por qué asumes que estuve de fiesta?

¿Me vas a decir que no lo estuviste?

No, madre. —Suspiré encaminándome a la cocina para comer algo.-- ¿Has olvidado que ya ingrese nuevamente a la universidad? ¿Has olvidado que decidí, muy estúpidamente, estudiar ingeniería y ahora ya no tengo vida social?

Eso no parecía un problema en las vacaciones.

Exactamente. Vacaciones, no tenía que quedarme 24 horas despierto verificando que el trabajo que nos asignaron vaya a salir mal.

Entonces estabas estudiando.

Si, puedes llamar a la mamá de Carlos. Ella te dirá que estuvimos todo el día ahí.—Dije con tono sarcástico.

No será necesario, confío en ti.

No lo suficiente.

Mi madre me dio una mirada de advertencia, no debía presionar más el tema. Por lo que solo le sonreí y le pedí el favor de que me cocinara algo para alimentarme, accedió al instante, ya que cocinarme era de las pocas actividades que aún podía realizar que hacían sentir que era necesaria en mi vida.

Siendo el único hijo era imperdonable de mi parte que no la dejara hacer esos pequeños detalles que la hacían feliz. Había sido una madre dedicada exclusivamente a mí, y el hecho de que yo me estaba convirtiendo el alguien independiente la hacía miserable, por lo que intentaba pasar el tiempo libre que tenía con ella.

¿Y mi papá? — Pregunté mientras mordía una manzana.

Ya sabes. — Mi mamá señalo con la cabeza el estudio.

Iría a saludar, pero honestamente necesito comer algo primero. – Mi mamá sonrió ante mi comentario.

¿Tienes planes para san Valentín? — Preguntó como quien no quiere la cosa después de un momento de silencio; sabía que se moría de ganas por preguntármelo.

No. – Contesté secamente, riendo por dentro.

¿No? ¿Ya no vas a esperar a la chica? – Sentí como mi corazón daba un latido más fuerte que el anterior ante la pregunta de mi mamá.

¿Qué no es obvio? – Contesté sonriendo.

5 años atrás.

No tenía duda alguna que Nicole era la peor chica que pude haber elegido para pasar el 14 de Febrero; se la había pasado coqueteando con Eric, y aún había tenido la desdicha de pedirme el oso de peluche que habíamos visto en el centro comercial.

Pero el mismo Eric había insistido en que le pidiera que fuera mi cita para el día de los enamorados, al fin y al cabo, Nicole era la más linda de nuestra clase y ella había dicho en que haríamos muy buena pareja.

Era el primer año en el cual tenía una cita oficial para el día de san Valentín, con 17 años y en una preparatoria tan pequeña donde todos te conocían, era algo increíble. Había planeado una velada romántica, una cena en un restaurante elegante pero dentro de mi presupuesto, para después ir al mirador y quizá besarla con el resto de la cuidad de testigo.

Pero no contaba con que Eric estaría en el mismo restaurante, a tan solo tres mesas de distancia, y que al final de la cena, Nicole pondría una excusa y se iría con Eric. Y así fue como termine solo en el mirador en el día más romántico del año.

Se recargó en el cofre del auto que con miles de promesas había conseguido que su papá se lo prestara por ser una ocasión especial. Tendría que lavarlo por un mes, y ahora se sentía estafado. Parecía mucho más sencillo lavar el auto cuando tendría el recuerdo de haber besado a una chica ahí.

Miró a su alrededor y se sintió peor, haber venido al mirador había sido otro enorme error; estaba lleno de parejas empalagosas que se besaban como si se fueran a comer la cara. Y había sido entonces cuando un ruido lo distrajo y regresó su vista para encontrarse con una figura femenina en el suelo.

¿Estás bien? – Preguntó preocupado incorporándose para ayudarla.

Sí, creo que sí. —Contestó intentando ponerse de pie. —No, no lo estoy. —Exclamó volviendo a caer.

Me torcí el tobillo. – Me agaché un poco más para poner su brazo en mi cuello.

Esto… Voy a poner mi mano en tu cintura, es solo para que te incorpores, no me vayas a golpear o arrojar gas pimienta.

Gracias. –Contestó antes de que comenzara ayudarla a pararse. Una vez que estaba de pie la recargué en el cofre.

¿Estás bien?

Estaré bien en unos minutos, solo necesito hacer una llamada. ¿Tienes un celular?

Si, seguro. – Se lo tendí y la observé marcar. Era una chica preciosa, tenía su pelo rubio extremadamente lacio que le llegaba hasta los hombros.

¿Mamá? ¿Puedes venir por mí? Sí, estoy en el mirador junto a un coche rojo a lado de un árbol torcido. – Pude notar como su voz se quebraba un poco y bajaba la vista ocultando sus grandes ojos cafés. Cortó la llamada y me tendió de vuelta el celular.—Gracias

No hay problema. ¿Mal día? – Pregunté al ver que cruzaba sus brazos sobre su pecho.

No tienes idea. – Contestó bufando

Creo que sí. ¿Tú qué crees? Estoy en el mirador en san Valentín completamente solo. – Ella me observó por unos instantes y luego sonrió.

Supongo que los dos tuvimos un mal 14 de Febrero. ¿Qué está mal contigo? ¿Un chico como tú sin cita?

Mi mejor amigo paso. —Contesté mientras me reía nerviosamente por el cumplido.—El se quedó con mi cita.

Oh, parece que ya no será tu amigo.

Ya veremos. ¿Y tú? ¿Cuál es tu historia?

Ingenuidad. Esa es mi historia. —Hizo un ademan con las manos al mismo tiempo que volvía a bufar. —Y estupidez, debo admitirlo.

¿Qué fue lo que pasó?

El día de hoy en la escuela apareció una nota en mi lugar dirigida a mí, era de un chico de último año que le gusta a toda la población femenina de mi escuela. El quería pasar san Valentín conmigo, y me cito para encontrarnos aquí. —Hizo una pausa para reir histéricamente y decir que no con la cabeza. —Se supone que sería mi primera cita, y el 14 de Febrero. ¡Use tacones por primera vez! Pase toda la tarde eligiendo un atuendo adecuado… En fin, cuando llegué al lugar que me había dicho… Estaba todo mi salón esperando, mientras que Valeria –esa perra- se besaba con él. Todos tomaron fotografías de mi cara e incluso tomaron video. Ha sido tan vergonzoso.

Oh, lo siento. – Comenté. —Pero no pareces triste, o es lo que aparentas al menos.

Es una mezcla de sentimientos, este debería haber sido mi primer san Valentín donde me la pasaría con alguien que en verdad le gustaba, y ahora es solo una burla.

También sería mi primer san Valentín con alguien especial.

Ambos guardamos silencio por unos minutos.

La preparatoria apesta. – Comentó ella en forma de suspiro.

Estoy contigo.

Volvimos a guardar silencio otro rato hasta que ella se movió intentando apoyar su pie para probarlo, en cuanto dio el primer paso se tambaleó e iba a caer si no fue porque la alcancé a sostener por la cintura.

Que buenos reflejos. – Comentó con la respiración agitada debido al susto.

¿Estás bien?

Si, supongo que lo tendrán que enyesar. – Dijo mirando su pie izquierdo. —Es por eso que las mujeres no deberíamos usar tacones en lugares sin pavimento.

Reí mientras acomodaba mejor mis manos en su cintura para sostenerla con más firmeza. Noté como se sonrojaba un poco, al sentir la cercanía de un completo extraño.

Lamento mucho que tu primer san Valentín haya sido un fiasco. —Murmuró con una mueca graciosa.—En realidad, lamento mucho que la noche de ambos haya sido un fiasco.

Dices solo cosas muy acertadas. – Contesté.

Ella se incorporó un poco más y quedamos aun más cerca. Nuestras miradas se entrelazaron de una manera muy extraña, sentí la emoción correr por mi sangre y mi corazón se acelero; sea lo que haya sido que estuviera pensando, fue como si los dos lo hubiéramos pensado al mismo tiempo. Ya que ella se acercó muy lentamente y depositó un dulce beso en mis labios, no duro más de tres segundo cuando ella se había alejado nuevamente.

Llegaron por mí. —Anunció cuando yo seguía en shock, y para cuando reaccioné la vi subir a un automóvil.

Me di cuenta que no sabía su nombre, su edad, en que escuela iba, si era de la ciudad. No tenía manera de localizar a esa chica. Me di un golpe con la palma abierta en la cabeza.

La había dejado ir.

¡Eso es tan lindo! – Exclamó Damián mientras lavaba unos recipientes que contenían leche de soya.

¿Alguna vez lo volviste a ver? – Preguntó Alán, quien había estado escuchando el relato desde un sillón donde tomaba su descanso.

Si. —Contesté antes de atender al nuevo cliente que acababa de llegar a la caja registradora. —Ese fue tan solo el primer encuentro.

¿Tan solo el primero? – Chilló Damián. ¿Cuántos son?



Cuatro. – Contestó Ricardo a la pregunta de su papá que acababa de ingresar a la cocina.

Cuatro san Valentín se han encontrado en las situaciones más extrañas, y en los lugares menos esperados. ¿Y aún así no sabes quién es? – Cuando lo ponían de ese modo, si sonaba algo extremadamente estúpido, pero cuando conocías cada una de los encuentros, te dabas cuenta que no tenían oportunidad de intercambiar datos.

Lo sé. Es algo tonto, pero este año será el año. Faltan tan dolo tres días para san Valentín y estoy listo para cuando llegue.



Lo sé. – Le contesté a Damián quien no creía que después de cuatro años aún no sabíamos quien éramos.—Pero faltan solo tres días para san Valentín, y esta vez le diré mi nombre, aunque tenga que usar un letrero enorme. Estoy lista para cuando llegue.