miércoles, 4 de enero de 2012

14/02 *Capitulo 1*



Nunca había sido muy nerviosa. La vida me había enseñado que las cosas cuando pasan, es con algún propósito que en ese momento no podía apreciar del todo, así que cualquier cosa mala que me pasara, simplemente suponía que era algo que tenía que pasar para que algo mejor pasara en mi futuro.

Se le puede llamar optimismo, yo lo llamaba no tengo de otra. Por lo que sí, creía en el destino y en mi formar de entender este mundo, creía que había una fuerza superior que nos controlaba a nosotros y a cada una de las situaciones de día a día.

Por lo que no pensaba que fuera coincidencia que mi padre hubiera perdido el automóvil en otra de sus apuestas, quizá tendría que andar más en el transporte público, pero sería por algún buen motivo. No lo que apreciaba tanto, era el hecho de tener que buscar un trabajo de medio turno para ayudar a pagar las consecuencias de la adicción de mi papá.

Es bien sabido por todos que la universidad es algo complicado por si sola, si le añades tener que trabajar para poder pagarla, se convierte en algo casi imposible. Haciendo que la imposibilidad te lleve a parecer un zombie por casi 3 años.

Incluso para una persona optimista como yo, haber sido rechazada por lo que serían ocho trabajos, era algo que lograba desanimarte. La mayoría quería personas con experiencia, y de tiempo completo.

Me senté un momento en el sillón individual dentro del café de Starbucks, estaba cansada. Tenía aproximadamente cuatro horas caminando alrededor de la plaza entrando en cada uno de los locales que parecían decentes y con un gerente amable.

Resultaba que la mayoría de los gerentes solo eran amables cuando eras un cliente en potencial, cuando se daban cuenta que no era así; la enorme sonrisa se desvanecía y en tres palabras de echaban de la tienda.

Natalia. – Gritó el dependiente que había tomado su orden. Natalia se aproximo con pesadez y le agradeció con una sonrisa fugaz. — ¿Día pesado? – Le preguntó con una sonrisa un tanto forzada.

Algo, estoy buscando trabajo de medio tiempo y al parecer nadie en esta plaza planea contratar gente. – Expliqué mientras le agregaba un poco de azúcar al té.

Medio tiempo ¿eh? ¿En la mañana o en la tarde? – Preguntó al mismo tiempo que batía la bebida de otro cliente.

Tarde. – Contesté volviendo a cerrar el vaso.

Podrías trabajar aquí. – Anunció.¡MIGUEL! – Exclamó asustándome un poco. —Lo siento, el trabajador anterior me acaba de anunciar que renuncia y el cubre el puesto de la tarde.

¿Es en serio? – Empezaba a sentir como el cansancio se iba poco a poco mientras que la ilusión llegaba. Claro que Starbucks no era mi trabajo soñado, pero peor era nada.

¡Seguro! ¿Tendrás alguna aplicación extra?

Si. – Contesté y enseguida busqué en mi mochila la carpeta donde las había guardado y le entregué una.

¿Tienes alguna experiencia? – Preguntó mientras leía mi currículo. Mi sonrisa se desvaneció un poco, era en esta parte normalmente la entrevista iba mal.

No realmente, pero aprendo muy rápido.

Seguramente. – Contestó con una sonrisa rápida. – Tendré que avisar al gerente, pero ¿cuándo puedes empezar? – Preguntó mirándome fijamente con una sonrisa sincera. Sentí un gran alivio, había conseguido un trabajo.

Estacionó su coche enfrente de mi casa y me baje caminando con paso lento. No quería llegar a mi casa donde mi madre estaría esperando una explicación del porque no había llegado a dormir la noche anterior.

Mi facha probablemente se lo diría: con ojeras, la misma ropa de ayer, el pelo despeinado, mal aliento, una que otra lagaña. ¿No era obvio?

Ricardo. – Exclamó mi mamá al verme entrar por la puerta y corrió hacia mí.-- ¿Dónde estabas? Me tenías extremadamente preocupada. ¿Estuviste de fiesta?– Dijo acomodando mi pelo. La miré y sonreí, mi madre siempre tan preocupada. Su estatura la hacía parecer una muñeca de porcelana.

Madre. – Saludé depositando un beso en su cabeza. --¿Hueles alcohol?

No.

Entonces, ¿por qué asumes que estuve de fiesta?

¿Me vas a decir que no lo estuviste?

No, madre. —Suspiré encaminándome a la cocina para comer algo.-- ¿Has olvidado que ya ingrese nuevamente a la universidad? ¿Has olvidado que decidí, muy estúpidamente, estudiar ingeniería y ahora ya no tengo vida social?

Eso no parecía un problema en las vacaciones.

Exactamente. Vacaciones, no tenía que quedarme 24 horas despierto verificando que el trabajo que nos asignaron vaya a salir mal.

Entonces estabas estudiando.

Si, puedes llamar a la mamá de Carlos. Ella te dirá que estuvimos todo el día ahí.—Dije con tono sarcástico.

No será necesario, confío en ti.

No lo suficiente.

Mi madre me dio una mirada de advertencia, no debía presionar más el tema. Por lo que solo le sonreí y le pedí el favor de que me cocinara algo para alimentarme, accedió al instante, ya que cocinarme era de las pocas actividades que aún podía realizar que hacían sentir que era necesaria en mi vida.

Siendo el único hijo era imperdonable de mi parte que no la dejara hacer esos pequeños detalles que la hacían feliz. Había sido una madre dedicada exclusivamente a mí, y el hecho de que yo me estaba convirtiendo el alguien independiente la hacía miserable, por lo que intentaba pasar el tiempo libre que tenía con ella.

¿Y mi papá? — Pregunté mientras mordía una manzana.

Ya sabes. — Mi mamá señalo con la cabeza el estudio.

Iría a saludar, pero honestamente necesito comer algo primero. – Mi mamá sonrió ante mi comentario.

¿Tienes planes para san Valentín? — Preguntó como quien no quiere la cosa después de un momento de silencio; sabía que se moría de ganas por preguntármelo.

No. – Contesté secamente, riendo por dentro.

¿No? ¿Ya no vas a esperar a la chica? – Sentí como mi corazón daba un latido más fuerte que el anterior ante la pregunta de mi mamá.

¿Qué no es obvio? – Contesté sonriendo.

5 años atrás.

No tenía duda alguna que Nicole era la peor chica que pude haber elegido para pasar el 14 de Febrero; se la había pasado coqueteando con Eric, y aún había tenido la desdicha de pedirme el oso de peluche que habíamos visto en el centro comercial.

Pero el mismo Eric había insistido en que le pidiera que fuera mi cita para el día de los enamorados, al fin y al cabo, Nicole era la más linda de nuestra clase y ella había dicho en que haríamos muy buena pareja.

Era el primer año en el cual tenía una cita oficial para el día de san Valentín, con 17 años y en una preparatoria tan pequeña donde todos te conocían, era algo increíble. Había planeado una velada romántica, una cena en un restaurante elegante pero dentro de mi presupuesto, para después ir al mirador y quizá besarla con el resto de la cuidad de testigo.

Pero no contaba con que Eric estaría en el mismo restaurante, a tan solo tres mesas de distancia, y que al final de la cena, Nicole pondría una excusa y se iría con Eric. Y así fue como termine solo en el mirador en el día más romántico del año.

Se recargó en el cofre del auto que con miles de promesas había conseguido que su papá se lo prestara por ser una ocasión especial. Tendría que lavarlo por un mes, y ahora se sentía estafado. Parecía mucho más sencillo lavar el auto cuando tendría el recuerdo de haber besado a una chica ahí.

Miró a su alrededor y se sintió peor, haber venido al mirador había sido otro enorme error; estaba lleno de parejas empalagosas que se besaban como si se fueran a comer la cara. Y había sido entonces cuando un ruido lo distrajo y regresó su vista para encontrarse con una figura femenina en el suelo.

¿Estás bien? – Preguntó preocupado incorporándose para ayudarla.

Sí, creo que sí. —Contestó intentando ponerse de pie. —No, no lo estoy. —Exclamó volviendo a caer.

Me torcí el tobillo. – Me agaché un poco más para poner su brazo en mi cuello.

Esto… Voy a poner mi mano en tu cintura, es solo para que te incorpores, no me vayas a golpear o arrojar gas pimienta.

Gracias. –Contestó antes de que comenzara ayudarla a pararse. Una vez que estaba de pie la recargué en el cofre.

¿Estás bien?

Estaré bien en unos minutos, solo necesito hacer una llamada. ¿Tienes un celular?

Si, seguro. – Se lo tendí y la observé marcar. Era una chica preciosa, tenía su pelo rubio extremadamente lacio que le llegaba hasta los hombros.

¿Mamá? ¿Puedes venir por mí? Sí, estoy en el mirador junto a un coche rojo a lado de un árbol torcido. – Pude notar como su voz se quebraba un poco y bajaba la vista ocultando sus grandes ojos cafés. Cortó la llamada y me tendió de vuelta el celular.—Gracias

No hay problema. ¿Mal día? – Pregunté al ver que cruzaba sus brazos sobre su pecho.

No tienes idea. – Contestó bufando

Creo que sí. ¿Tú qué crees? Estoy en el mirador en san Valentín completamente solo. – Ella me observó por unos instantes y luego sonrió.

Supongo que los dos tuvimos un mal 14 de Febrero. ¿Qué está mal contigo? ¿Un chico como tú sin cita?

Mi mejor amigo paso. —Contesté mientras me reía nerviosamente por el cumplido.—El se quedó con mi cita.

Oh, parece que ya no será tu amigo.

Ya veremos. ¿Y tú? ¿Cuál es tu historia?

Ingenuidad. Esa es mi historia. —Hizo un ademan con las manos al mismo tiempo que volvía a bufar. —Y estupidez, debo admitirlo.

¿Qué fue lo que pasó?

El día de hoy en la escuela apareció una nota en mi lugar dirigida a mí, era de un chico de último año que le gusta a toda la población femenina de mi escuela. El quería pasar san Valentín conmigo, y me cito para encontrarnos aquí. —Hizo una pausa para reir histéricamente y decir que no con la cabeza. —Se supone que sería mi primera cita, y el 14 de Febrero. ¡Use tacones por primera vez! Pase toda la tarde eligiendo un atuendo adecuado… En fin, cuando llegué al lugar que me había dicho… Estaba todo mi salón esperando, mientras que Valeria –esa perra- se besaba con él. Todos tomaron fotografías de mi cara e incluso tomaron video. Ha sido tan vergonzoso.

Oh, lo siento. – Comenté. —Pero no pareces triste, o es lo que aparentas al menos.

Es una mezcla de sentimientos, este debería haber sido mi primer san Valentín donde me la pasaría con alguien que en verdad le gustaba, y ahora es solo una burla.

También sería mi primer san Valentín con alguien especial.

Ambos guardamos silencio por unos minutos.

La preparatoria apesta. – Comentó ella en forma de suspiro.

Estoy contigo.

Volvimos a guardar silencio otro rato hasta que ella se movió intentando apoyar su pie para probarlo, en cuanto dio el primer paso se tambaleó e iba a caer si no fue porque la alcancé a sostener por la cintura.

Que buenos reflejos. – Comentó con la respiración agitada debido al susto.

¿Estás bien?

Si, supongo que lo tendrán que enyesar. – Dijo mirando su pie izquierdo. —Es por eso que las mujeres no deberíamos usar tacones en lugares sin pavimento.

Reí mientras acomodaba mejor mis manos en su cintura para sostenerla con más firmeza. Noté como se sonrojaba un poco, al sentir la cercanía de un completo extraño.

Lamento mucho que tu primer san Valentín haya sido un fiasco. —Murmuró con una mueca graciosa.—En realidad, lamento mucho que la noche de ambos haya sido un fiasco.

Dices solo cosas muy acertadas. – Contesté.

Ella se incorporó un poco más y quedamos aun más cerca. Nuestras miradas se entrelazaron de una manera muy extraña, sentí la emoción correr por mi sangre y mi corazón se acelero; sea lo que haya sido que estuviera pensando, fue como si los dos lo hubiéramos pensado al mismo tiempo. Ya que ella se acercó muy lentamente y depositó un dulce beso en mis labios, no duro más de tres segundo cuando ella se había alejado nuevamente.

Llegaron por mí. —Anunció cuando yo seguía en shock, y para cuando reaccioné la vi subir a un automóvil.

Me di cuenta que no sabía su nombre, su edad, en que escuela iba, si era de la ciudad. No tenía manera de localizar a esa chica. Me di un golpe con la palma abierta en la cabeza.

La había dejado ir.

¡Eso es tan lindo! – Exclamó Damián mientras lavaba unos recipientes que contenían leche de soya.

¿Alguna vez lo volviste a ver? – Preguntó Alán, quien había estado escuchando el relato desde un sillón donde tomaba su descanso.

Si. —Contesté antes de atender al nuevo cliente que acababa de llegar a la caja registradora. —Ese fue tan solo el primer encuentro.

¿Tan solo el primero? – Chilló Damián. ¿Cuántos son?



Cuatro. – Contestó Ricardo a la pregunta de su papá que acababa de ingresar a la cocina.

Cuatro san Valentín se han encontrado en las situaciones más extrañas, y en los lugares menos esperados. ¿Y aún así no sabes quién es? – Cuando lo ponían de ese modo, si sonaba algo extremadamente estúpido, pero cuando conocías cada una de los encuentros, te dabas cuenta que no tenían oportunidad de intercambiar datos.

Lo sé. Es algo tonto, pero este año será el año. Faltan tan dolo tres días para san Valentín y estoy listo para cuando llegue.



Lo sé. – Le contesté a Damián quien no creía que después de cuatro años aún no sabíamos quien éramos.—Pero faltan solo tres días para san Valentín, y esta vez le diré mi nombre, aunque tenga que usar un letrero enorme. Estoy lista para cuando llegue.

domingo, 10 de julio de 2011

**Hoy fue un cuento de hadas**

Cerré la puerta lentamente, y me recargué en ella. Mi sonrisa seguía dibujada en mi cara, la misma sonrisa que había tenido durante todo el día gracias a él.

Cerré mis ojos y la sensación de felicidad inmensa acaparó mi cuerpo entero, quería gritar de felicidad tanto que mi garganta picaba por la anticipación.

“¿Te fue bien?”.-Escuché la voz de mi mamá. Aún no abría los ojos, pero por su tono de voz podía sentir que sonreía.

“Fue”.-Comencé a hablar en un suspiro mientras abría mis ojos.-“Perfecto”.-Anuncié haciendo que mi sonrisa se ensanchara.-“Es que no tienes idea lo perfecto que él es”.-Comenté separándome de la puerta y acercándome a mi madre.-“Fue como un cuento de hadas, mamá”.-Expliqué mientras suspiraba.

“Me da gusto”.-Dijo simplemente mi mamá.

Subí corriendo las escaleras teniendo cuidado de no matarme a causa de los tacones, ya había aprovechado mi suerte el día de hoy, no debía excederla. En cuanto puse un pie dentro de mi habitación, aventé los zapatos al azar y corrí a mi ventana esperando aún verlo.

Y así fue, el caminaba lentamente hacia su auto con ese andar tan único de él que lo hacía perfecto en todos los sentidos. Como si él hubiera sentido que lo estaba viendo, giró su cabeza hacia a mí y me sonrió ladinamente, provocando que mi corazón, al mismo tiempo se detuviera y que se acelerara mil por hora. ¡Solo él podía lograr ese efecto en mí!

Levanté mi mano y dije adiós lentamente para después correr la cortina. Suspiré tratando de tranquilizar a mi alocado corazón.

Me metí al baño para quitarme el maquillaje que había usado hoy, y al ver mi reflejo no podía creer lo diferente que estaba. Mis ojos tenían una chispa nueva que nunca había experimentado, mis mejillas estaban teñidas por un rosado rubor, y por último pero no menos importante, la sonrisa, esa sonrisa que parecía haberse instalado en mi cara desde que lo conocí.

Me reí suavemente mientras comenzaba a quitar todo el maquillaje de mi cara, nunca pensé en sentirme de esta manera; creía que lo que escribían en libros, y actuaban en la televisión no era nada más que fantasía, que las mariposas en el estomago no eran más que una leyenda urbana o que las ganas de verse eran insaciables.

¡Qué equivocada estaba!

Today was a fairytale
You were the prince
I used to be a damsel in distress
You took me by the hand and you picked me up at six
Today was a fairytale

Agarre mi cabello en una coleta alta, dejando que varios mechones colgando pareciendo un nido de aves en lugar del sedoso cabello que normalmente tenía. Salí del baño tarareando una canción pegajosa que había escuchado en el radio cuando escuche el timbre de mi casa.

“¡Kristen!”.-Gritó mi mamá.-“¿Puedes atender? Encargamos comida china”.-Pidió mi mamá; me puse mis pantuflas y baje las escaleras.

“Hola, mi mamá ya viene con el dinero”.-Dije al abrir la puerta, y literalmente se me fue el corazón al verlo a él en el marco de mi puerta.-“Derek”.-Susurré con el corazón latiendo a una velocidad impresionante.

“Tenía que verte otra vez”.-Confesó con su voz aterciopelada que me hizo estremecer.-“Te ves hermosa”.-Murmuró acercándose a mí.

Y fue cuando recordé.

¡Estaba hecha un desastre! Mi cabello parecía un nido de pájaros, no estaba maquillada y mis pantuflas eran unas garras de dinosaurio.

“¡Derek!”.-Chillé una vez que el habla había regresado a ser una de mis capacidades.-“Estoy hecha un desastre”.-Expliqué intentando cerrar la puerta.

“¿De qué estás hablando?”.-Cuestionó con tono divertido.-“A mí me pareces la creatura mas angelical que pueda existir en este universo”.-Dijo poniendo su mano para intervenir antes de que yo cerrara la puerta.

“No tienes que mentir”.-Pedí aplicando un poco mas de fuerza a la puerta.

“Yo no miento”.-Dijo abriendo la puerta por completo, y me agarro de la cintura para sacarme de mi casa.-“Eres perfecta”.-Susurró acercándose lentamente a mí.

Si antes creía que mi corazón estaba acelerado, no era nada comparado a como latía a estas alturas, podía sentir el aliento de Derek en mi cara, ese aroma entre dulce y varonil, era algo adictivo; me incline un poco hacia él, esperando lo tanto deseado, pero el solo rió y se separó un poco, no demasiado, solo de una manera en la que podía admirar por completo sus ojos, y de nuevo, me perdí en su mirada.

Una de sus manos abandonó mi cintura, y acunó mi mejilla derecha. Su toque era tan delicado y suave, que me sentí como una pequeña y frágil muñeca de porcelana. Su dedo pulgar comenzó a moverse suavemente por mi mejilla, mandándome millones de descargas eléctricas en cada una de mis terminaciones nerviosas, haciéndome sentir más viva que nunca.

Un suspiro abandono mis labios. Moví mis manos hasta llegar a su cabello, y comencé a jugar con él. Mientras movía mis manos, Derek con su mano libre tomo mi barbilla para que volviera mi vista hacia sus ojos de nuevo. Volví a suspirar en cuanto mis ojos se encontraron a los suyos; me veía de una manera tan tierna, tan dulce, tan única.

El tiempo se paró. Todo a nuestro alrededor desapareció, solo estábamos él y yo. Nadie alrededor, era como un libro que alguna vez leí; el tiempo se detiene cuando estoy con él, recuerdo como me había burlado de ese libro, había pensado que era puras patrañas. Esto era como una patada en el trasero, como si el destino se estuviera burlando de mi.

Today was a fairytale
I wore a dress
You wore a dark grey t-shirt
You told me I was pretty when I looked like a mess
Today was a fairytale
Time slows down whenever you're around

“Kristen”.-Susurró Derek volviendo a acercarse a mi. Su aliento volvió a golpear mi cara, haciéndome querer aun mas.

Su mano abandono mi mejilla y regresó a mi cintura, me atrajo hasta el, provocando que nuestros cuerpo chocaran; su solo toque hizo que mi cuerpo tomara vida propia, mis manos aferradas a su cabello lo jalaron hasta que su rostro quedo a solo un par de milímetros alejado del mío.

Nos quedamos a esa distancia por un buen rato, ninguno de los dos quería dar el siguiente paso, no sé cuánto tiempo estuvimos así, respirando el aliento del otro, y escuchando nuestros corazones latir desbocadamente.

Y entonces, pasó.

Sus labios rozaron los míos, era un toque tan suave, que parecía que sus labios no estaban sobre los míos, era tan suave que provocaba un poco de cosquillas. La que dio el siguiente paso fui yo, profundice un poco más el beso, moví mis labios lentamente presionando un poco más los suyos, Derek también empezó a mover sus labios con los míos, fue tan raro, porque ambos agarramos la frecuencia inmediatamente, no tuvimos que esperar para agarrar el ritmo; sentí como Derek delineaba mi labio inferior, estaba pidiendo permiso a lo que yo le di accesos gustosamente. Su lengua entro despacio en mi boca, parecería que tenía miedo, pero estaba segura que quería recordar perfectamente cada segundo de este momento.

Mi lengua se encontró con la suya, y fue como una chispa que nos incendio a los dos y el beso comenzó a subir de nivel. No era un beso pasional, ni tampoco de ansiedad. Era un beso lleno de amor, y de palabras.

Palabras que ninguno de los dos habíamos pronunciado, pero con este beso lo estábamos diciendo. Lo necesitaba, lo quería…lo amaba.

Poco a poco sentí la necesidad de respirar, por lo que el beso fue bajando de intensidad hasta que terminó en pequeños roces, parecidos al que tuvimos al principio.

“Eso fue…”.-Habló Derek con la voz entrecortada.

“Mágico”.-Completé por él.

But can you feel this magic in the air?
It must have been the way you kissed me
fell in love when I saw you standing there
It must have been the way
Today was a fairytale
It must have been the way
Today was a fairytale

Derek me miro como si estuviera viendo el tesoro que acababa de encontrar, que resultaba ser el más valioso del mundo.

No pude hacer otra cosa, más que sonreír. Era tan especial, nunca espere sentirme de esta manera. Derek devolvió la sonrisa, y mi respiración se quedó atorada en mi garganta; mi corazón dejo de latir, y yo me quedé viéndolo como imbécil hipnotizada. ¿Tenía que ser tan endemoniadamente perfecto? Me hacía sentir no merecedora de él, porque no solo era un adonis griego tallado a mano, tenía una personalidad encantadora, a pesar que él tenía todo en el mundo se mantenía sencillo y humilde.

Era p-e-r-f-e-c-t-o.

Today was a fairytale
You've got a smile that takes me to another planet
Every move you make everything you say is right
Today was a fairytale
Today was a fairytale
All that I can say is it's getting so much clearer
Nothing made sense until the time I saw your face.

Today was a fairytale
Time slows down whenever you're around

“Ahora si tengo que irme”.-Comentó con pesar.-“Probablemente mi mamá estará como león enjaulado esperando por mi”.-Explicó moviendo su mano que aún permanecía en mi mejilla.

“Bien”.-Murmuré tratando de sonar indiferente, pero sonó como el tono de un niño caprichoso cuando sus papás le niegan algo.-“Quiero decir”.-Intenté recuperar mi tono, pero entendí que era causa perdida cuando vi que él se estaba destornillando de la risa.

“Eres como una niña pequeña”.-Aseguró acariciando mi cabello.-“Pero eres MI niña pequeña”.-Mi ceño fruncido fue remplazado por una sonrisa.-“En verdad tengo que irme”.-Anunció besando mi frente.-“¿Te llamo mañana?”.-Preguntó separándose un poco.

“Más te vale”.-Amenace falsamente enojada.

Me dio otro suave beso en los labios y se alejo lentamente de mí; me quedé pasmada en la entrada viendo como se iba en su automóvil. Quisiera que se hubiera quedado aún más.

Suspiré pesadamente y metí mi trasero de regreso a mi casa. ¡Mi primer beso con Derek! Y había sido mágico, perfecto, único… podría pasar por todos los adjetivos calificativos del mundo entero, pero no serían suficientes para poder describir completamente la intensidad del beso.

But can you feel this magic in the air?
It must have been the way you kissed me
Fell in love when I saw you standing there
It must have been the way
Today was a fairytale
It must have been the way
Today was a fairytale

Cuando llegué al pie de las escaleras, me sentía flotar literalmente; no sentía mis pies rozando el suelo como normalmente lo hacía, ¡Estaba flotando en una nube muy lejana! Y no pensaba bajar muy pronto. Llegué a mi habitación, me quité el vestido y me puse mi pijama favorito. Apagué la luz y me quedé acostada en mi cama, reviviendo cada uno de los momentos que pasamos juntos; sentía mi corazón latir desbocado latir en mi pecho, tan fuerte que creí que amanecería con algún morete o algo por el estilo.

Suspiré mientras las puntas de mis labios se curvaban formando una ligera sonrisa antes de dejarme enredar en los brazos de Morfeo.

Time slows down whenever you’re around
I can feel my heart
It’s beating in my chest
Did you feel it?
I can’t put this down

*********

Sentí unas manos rodearon mi cintura y me atrajeron hacia el otro cuerpo.

“Buenos días”.-Escuché la voz ronca y cansada de mi marido.-“¿Cómo amaneció el amor de mi existencia?”.-Preguntó besando mi hombro.

“Ahora mucho mejor”.-Aseguré girando mi cuerpo para ver sus ojos.

A pesar de estos cincuenta años juntos, el ver sus ojos era algo que aún me ponía como una adolescente hormonal y dejaba a mi corazón completamente acelerado.

“Hoy soñé con nuestra primera cita”.-Comenté enredando mis dedos en su canoso pelo.

“Como olvidarla”.-Susurró acercando su cara a la mía.-“Si fue la cita que cambio mi vida para siempre”.-Confesó sonriendo abiertamente.

Quizá mi esposo no era el adonis que solía ser cuando era un joven, pero para mí era perfecto con sus rasgos de señor de la tercera edad. Y era aún más perfecto, porque nuestro amor había sobrevivido por cincuenta años.

Toda nuestra vida había sido un cuento de hadas.

Nuestro cuento de hadas.

But can you feel this magic in the air?
It must have been the way you kissed me
Fell in love when I saw you standing there
It must have been the way
But can you feel this magic in the air?
It must have been the way you kissed me
Fell in love when I saw you standing there
It must have been the way
Today was a fairytale
It must have been the way
Today was a fairytale

jueves, 7 de julio de 2011

Después de tu adiós.

¿Cuánto tiempo tenía aquí sentada?

¿Un segundo? ¿Un minuto? ¿Una hora? ¿Un día?

No lo sabía, no tenía idea ni qué hora era, ni mucho menos que día. Abrace mis piernas desnudas, ya que estaba usando solo una camisa que me llegaba hasta medio muslo. Su camisa, la camisa que había olvidado en mi departamento.

Me empeñaba en encontrar su olor en la camisa, pero la había usado tantos días que era ahora más mi aroma, que el de él.

Mire a mí alrededor, cartas, fotografías, regalos… Todos mis recuerdos que había formado con él, durante seis meses.

Suspiré.

Me levante lentamente, y al hacerlo perdí un poco el equilibrio, ¿Cuánto tiempo tenía sin pararme? Sentía las piernas entumidas, y camine un poco en la habitación para estirarlas. Sentía en las plantas de los pies las diferentes texturas de todos los objetos que estaban regados.

Me dirigí al pequeño escritorio donde tenía mi laptop, y mis cosas de la escuela. Recorrí la silla para sentarme, y casi me atraganto con mi propia saliva al ver sus jeans perfectamente doblados encima de ella.

Salí corriendo de esa habitación, ya no podía más. Tenía que olvidarlo, pero ¿cómo olvidar a alguien al que amas de semejante manera? ¿Cómo olvidar al amor de tu vida?

Mi vista estaba nublada a causa de las lágrimas y no supe cómo fue que termine en la cocina. Abrí el grifo y me moje que la cara, para tranquilizarme y refrescarme un poco.

¿Cómo fue que me metí en esto?

Por fin había terminado otro semestre de la universidad. Había tenido tantos proyectos, y exámenes que mi vida social estaba enterrada cien metros bajo tierra, y no solo la mía, las de la mayoría de los estudiantes. Por esa misma razón, unas compañeras habían organizado una fiesta en un bar cerca de mi apartamento; toda la universidad estaba invitada, por lo que la fiesta seria un caos… Aun así iría, necesitaba divertirme y relajarme.

Tal y como lo había predicho esta fiesta era un caos, había llegado junto con mis amigas, y ahora no las encontraba, por lo que me fui a la barra a ver si me encontraba a alguien por ahí.

- Un tequila, por favor.- Pedí al bar tender, necesitaba algo fuerte para deshacer los nudos de mi cuello.

- ¿Vienes de la fiesta de la universidad?-Escuché que me preguntaba el hombre que estaba sentado a mi lado.

- Si.-Contesté sin prestarle mucha atención, estaba más concentrada en mi bebida.

- ¿Demasiado estrés?-Preguntó de nuevo el extraño.

- Si.

- Entiendo.

Durante un largo rato nos quedamos en silencio, y mejor para mi, no me gustaba para nada hablar con extraños en bares.

- ¡Sam!.-Escuché que gritaban mi nombre. Giré la cabeza para buscar a quien me estaba llamando, y casi mi caigo del banco al ver al hombre que estaba a mi lado. Era casi perfecto.

Alto, castaño claro, piel bronceada, barba de tres días que lo hacía ver extremadamente interesante, y unos ojos grandes color miel, los cuales me veían intensamente. Aunque no era de mi edad, fácilmente me duplicaba la edad.

- Hola.-Dijo una vez que me vio viéndolo detenidamente.-Me llamo Christopher.-Se presentó a si mismo acercando su silla un poco más a la mía.

- Samantha.-Dije estrechándole su mano, era grande y fuerte. Tanto, que su mano envolvía a la mía, pero se sentía bien. Se sentía segura.

Desde esa noche nos hicimos grandes amigos, él tenía 37 años, era casado y tenía dos hijos, a los cuáles adoraba.

Era 16 años mayor que yo, y aún así la química era impresionante. Ambos sabíamos que lo estábamos haciendo estaba mal, el tenía un compromiso con otra persona. No hacíamos nada malo, solo hablábamos y nos dábamos cuenta de que teníamos demasiadas cosas en común; el tiempo con él parecía que se iba volando.

Y así fue, dos meses y la escuela estaba a punto de empezar. Solté un gemido de frustración, eso significaba menos tiempo con Christopher.

Ya no podíamos escapar de esto, nos amábamos, nos habíamos hecho co- dependientes el uno del otro. Esto estaba mal.

Y así fue como termine con mi corazón hecho mil pedazos, enamorada y herida. A pesar de que yo sabía que no podía estar con él, me había aferrado a algo imposible.

- Sam.-Había dicho una amiga.-No te metas en algo así, tú serás la que saldrá más lastimada; él se irá con su familia, y ¿tu? ¿Dónde quedaras?

Otro suspiro. Todo esto era mi culpa, tome una mala decisión. Casi destruyo una familia, y me destruí a mí misma. Todo por la necedad de tener lo que era prohibido.

Esto era enfermizo.

Era tanta mi necesidad de sentirlo, que lo imaginaba estando aquí en mi departamento, me gustaba pensar en que es lo que estaríamos haciendo si las cosas hubieran seguido adelante. Lo veía acostado en mis piernas cuando veíamos una película en la sala, o lo sentía abrazándome por la espalda cuando lavaba los platos.

O me imaginaba sus labios sobre los míos, como tantas veces los sentí. Y cada una de ellas, con la misma intensidad y el mismo efecto que la vez anterior.

Esto tenía que terminar, solo me pisaba a mí misma. Tenía que hacer algo.

¿Qué más podía hacer? Todo estaba perdido.

- Basta, Christopher.-Exigí intentando esconder la risa.-No me gustan las cosquillas. ¡Déjame!-Grité antes de soltar una carcajada que sonó por todo el departamento.

- ¡Te dije que te haría reír!-Dijo con orgullo mientras sus brazos rodeaban mi cintura y me alzaba en el aire.

- ¡Bájame! Las cosquillas no cuentan. Y no tengo tiempo para reírme, estamos en finales de semestre. Necesito acabar.-Volví a explicar, mientras me retorcía en sus brazos intentando bajarme.

- ¿A si?-Preguntó mientras me colocaba con extremo cuidado sobre el sillón.- ¿Tampoco tienes tiempo para esto?-Me besó suavemente en los labios.

- No, Christopher. Por favor, no quiero tener que desvelarme.-Me excusé mientras lo besaba entrecortadamente.

- ¿Y? De cualquier manera te ibas a desvelar…- Dijo como quien no quiere la cosa.

- ¿¡Te vas a quedar!?-Pregunté parándome en el sillón, extremadamente emocionada.

- Exacto.-Contestó mientras me volvía a cargar.-Así que mejor empezamos desde ya, para que puedas acabar tu tarea.-Dijo con tono picarón al mismo tiempo que caminaba hacia la habitación.

No pude hacer nada más que reír.

Grité, grité y grité como nunca lo había hecho. Pero era tiempo de dejarlo ir, ya había sido suficiente.

Metí cada una de las cartas, todas las fotografías y todos los regalos en un bote de basura grande. Y le prendí fuego.

Este era mi último adiós. Aquí era donde dejaba todo lo Él había hecho conmigo. Aquí dejaba a mi primer amor, y probablemente, al amor de mi vida. Aquí dejaba mi corazón. Aquí me dejaba a mí misma.

- Es que no lo entiendo.-Murmuré mientras agachaba mi vista intentando ocultar mis lágrimas.- ¿Por qué así? ¿Por qué ahora?

- Tú y yo sabíamos que esto tenía que terminar, tarde o temprano.-Contestó con una voz fría.

- Sí, pero todo iba tan bien. No me diste ninguna señal.-Comencé a hablar intentando recordar algún indicio de que la relación iba mal.-Esta misma mañana cuando hablamos, dijiste que me amabas, ¿es que acaso ya no lo haces?-Pregunté viéndolo a la cara, ya no me importaba que viera mis lágrimas caer por mis mejillas, al fin y al cabo el las estaba causando.

- No, ya no.-Contestó sin decir nada más y desviando la mirada.

El aire me faltó, se me cerraron los pulmones. No eso no podía ser. El me amaba, al igual que yo a él.

- Será mejor que me vaya.-Comentó después de un largo momento de silencio.

- ¡No!-Grité tomándolo de la muñeca.-No te puedes ir así, y dejarme.-Me paré y comencé a llorar desconsoladamente.-No puedes decirme 6 horas antes que me amas, y después solo negarlo, ¡Me estas ocultando algo!-Reclamé mientras me acercaba a él.-¿Qué es?-Exigí saber.

- No es nada.-Contestó caminando hacia la puerta.-Me tengo que ir.

- Estas mintiendo y lo sabes.-Recrimine, respire profundamente y me calme antes de hablar.-Si, en algún momento en estos seis meses, me amaste de verdad, te suplico, te ruego que me digas la verdad y no me dejes creyendo que jamás me amaste como yo te amo.-Intenté que sonara calmado, pero sonaba necesitado, era una súplica.

- Es mi esposa.-Dijo simplemente.

- ¿Lo descubrió?-Pregunte asustada.

- No

- ¿Entonces?

- Está enferma

- ¿Qué tiene?

Guardó silencio por unos segundos, y me miró fijamente.

- La enfermedad de Creutzfeldt-Jakob

- ¿Qué es eso?

- Es una enfermedad degenerativa del cerebro, no sé muy bien en qué consiste. Pero los doctores no le dan más de un año de vida.

- Lo siento.-Contesté mientras secaba las lágrimas en mis mejillas.-Ahora lo entiendo.-Murmuré con la voz más baja que podía ya que el nudo en mi garganta apenas me permitía hablar.

- Sam.-Pronunció mi nombre acercándose a mí, tomo mi cara entre sus manos con extremada delicadeza y me besó, lenta y profundamente.

Este era el beso. El último beso.

Seis años después

Cerré la puerta del departamento y me giré a la calle, vi el camión de la mudanza avanzando hacia la siguiente calle, mi taxi me estaba esperando. Le hice una señal de que esperara un poco más, y miré de nuevo a mi departamento.

Había vivido tanto aquí, había sido mi primer hogar.

Aquí había reído, aquí había llorado, aquí había amado… Aquí me había convertido en la mujer que soy.

Pero era tiempo de seguir adelante y crear nuevos recuerdos, como alguien más independiente y dejando atrás todo lo que alguna vez había sufrido.

Le sonreí al edificio y me monté al taxi.

- Al aeropuerto, por favor.-Pedí mientras cerraba la puerta.

- Claro.

En el aeropuerto

Faltaba menos de una hora para abordar mi avión a París, me iba a vivir allá para comenzar una vida nueva, y hacer mis sueños realidad.

Estaba en la máquina de comida comprando unos chocolates porque moría de hambre, cuando sentí la presencia de alguien atrás de mí.

Cerca, demasiado cerca.

Mire por el reflejo de la máquina y casi me voy de espaldas al ver esos ojos, SUS ojos.

Me giré rápidamente y lo vi, sonriéndome.

Pero su sonrisa no era la misma, estaba cansado, y se veía viejo. No como antes, pareciese que estos seis años algo lo hubiera consumido.

Pero eso no importaba, era él, estaba de vuelta en mi vida. Le sonreí, y le di uno de mis chocolates.

Lo demás no era necesario que lo dijera, todo lo que se tenía que decir, ya había sido dicho.

Cuando subí al avión no pude más que sonreír levemente, recordando todos los buenos momentos que tuve junto a él, por fin había cerrado esa etapa de mi vida, podría seguir adelante.