domingo, 10 de julio de 2011

**Hoy fue un cuento de hadas**

Cerré la puerta lentamente, y me recargué en ella. Mi sonrisa seguía dibujada en mi cara, la misma sonrisa que había tenido durante todo el día gracias a él.

Cerré mis ojos y la sensación de felicidad inmensa acaparó mi cuerpo entero, quería gritar de felicidad tanto que mi garganta picaba por la anticipación.

“¿Te fue bien?”.-Escuché la voz de mi mamá. Aún no abría los ojos, pero por su tono de voz podía sentir que sonreía.

“Fue”.-Comencé a hablar en un suspiro mientras abría mis ojos.-“Perfecto”.-Anuncié haciendo que mi sonrisa se ensanchara.-“Es que no tienes idea lo perfecto que él es”.-Comenté separándome de la puerta y acercándome a mi madre.-“Fue como un cuento de hadas, mamá”.-Expliqué mientras suspiraba.

“Me da gusto”.-Dijo simplemente mi mamá.

Subí corriendo las escaleras teniendo cuidado de no matarme a causa de los tacones, ya había aprovechado mi suerte el día de hoy, no debía excederla. En cuanto puse un pie dentro de mi habitación, aventé los zapatos al azar y corrí a mi ventana esperando aún verlo.

Y así fue, el caminaba lentamente hacia su auto con ese andar tan único de él que lo hacía perfecto en todos los sentidos. Como si él hubiera sentido que lo estaba viendo, giró su cabeza hacia a mí y me sonrió ladinamente, provocando que mi corazón, al mismo tiempo se detuviera y que se acelerara mil por hora. ¡Solo él podía lograr ese efecto en mí!

Levanté mi mano y dije adiós lentamente para después correr la cortina. Suspiré tratando de tranquilizar a mi alocado corazón.

Me metí al baño para quitarme el maquillaje que había usado hoy, y al ver mi reflejo no podía creer lo diferente que estaba. Mis ojos tenían una chispa nueva que nunca había experimentado, mis mejillas estaban teñidas por un rosado rubor, y por último pero no menos importante, la sonrisa, esa sonrisa que parecía haberse instalado en mi cara desde que lo conocí.

Me reí suavemente mientras comenzaba a quitar todo el maquillaje de mi cara, nunca pensé en sentirme de esta manera; creía que lo que escribían en libros, y actuaban en la televisión no era nada más que fantasía, que las mariposas en el estomago no eran más que una leyenda urbana o que las ganas de verse eran insaciables.

¡Qué equivocada estaba!

Today was a fairytale
You were the prince
I used to be a damsel in distress
You took me by the hand and you picked me up at six
Today was a fairytale

Agarre mi cabello en una coleta alta, dejando que varios mechones colgando pareciendo un nido de aves en lugar del sedoso cabello que normalmente tenía. Salí del baño tarareando una canción pegajosa que había escuchado en el radio cuando escuche el timbre de mi casa.

“¡Kristen!”.-Gritó mi mamá.-“¿Puedes atender? Encargamos comida china”.-Pidió mi mamá; me puse mis pantuflas y baje las escaleras.

“Hola, mi mamá ya viene con el dinero”.-Dije al abrir la puerta, y literalmente se me fue el corazón al verlo a él en el marco de mi puerta.-“Derek”.-Susurré con el corazón latiendo a una velocidad impresionante.

“Tenía que verte otra vez”.-Confesó con su voz aterciopelada que me hizo estremecer.-“Te ves hermosa”.-Murmuró acercándose a mí.

Y fue cuando recordé.

¡Estaba hecha un desastre! Mi cabello parecía un nido de pájaros, no estaba maquillada y mis pantuflas eran unas garras de dinosaurio.

“¡Derek!”.-Chillé una vez que el habla había regresado a ser una de mis capacidades.-“Estoy hecha un desastre”.-Expliqué intentando cerrar la puerta.

“¿De qué estás hablando?”.-Cuestionó con tono divertido.-“A mí me pareces la creatura mas angelical que pueda existir en este universo”.-Dijo poniendo su mano para intervenir antes de que yo cerrara la puerta.

“No tienes que mentir”.-Pedí aplicando un poco mas de fuerza a la puerta.

“Yo no miento”.-Dijo abriendo la puerta por completo, y me agarro de la cintura para sacarme de mi casa.-“Eres perfecta”.-Susurró acercándose lentamente a mí.

Si antes creía que mi corazón estaba acelerado, no era nada comparado a como latía a estas alturas, podía sentir el aliento de Derek en mi cara, ese aroma entre dulce y varonil, era algo adictivo; me incline un poco hacia él, esperando lo tanto deseado, pero el solo rió y se separó un poco, no demasiado, solo de una manera en la que podía admirar por completo sus ojos, y de nuevo, me perdí en su mirada.

Una de sus manos abandonó mi cintura, y acunó mi mejilla derecha. Su toque era tan delicado y suave, que me sentí como una pequeña y frágil muñeca de porcelana. Su dedo pulgar comenzó a moverse suavemente por mi mejilla, mandándome millones de descargas eléctricas en cada una de mis terminaciones nerviosas, haciéndome sentir más viva que nunca.

Un suspiro abandono mis labios. Moví mis manos hasta llegar a su cabello, y comencé a jugar con él. Mientras movía mis manos, Derek con su mano libre tomo mi barbilla para que volviera mi vista hacia sus ojos de nuevo. Volví a suspirar en cuanto mis ojos se encontraron a los suyos; me veía de una manera tan tierna, tan dulce, tan única.

El tiempo se paró. Todo a nuestro alrededor desapareció, solo estábamos él y yo. Nadie alrededor, era como un libro que alguna vez leí; el tiempo se detiene cuando estoy con él, recuerdo como me había burlado de ese libro, había pensado que era puras patrañas. Esto era como una patada en el trasero, como si el destino se estuviera burlando de mi.

Today was a fairytale
I wore a dress
You wore a dark grey t-shirt
You told me I was pretty when I looked like a mess
Today was a fairytale
Time slows down whenever you're around

“Kristen”.-Susurró Derek volviendo a acercarse a mi. Su aliento volvió a golpear mi cara, haciéndome querer aun mas.

Su mano abandono mi mejilla y regresó a mi cintura, me atrajo hasta el, provocando que nuestros cuerpo chocaran; su solo toque hizo que mi cuerpo tomara vida propia, mis manos aferradas a su cabello lo jalaron hasta que su rostro quedo a solo un par de milímetros alejado del mío.

Nos quedamos a esa distancia por un buen rato, ninguno de los dos quería dar el siguiente paso, no sé cuánto tiempo estuvimos así, respirando el aliento del otro, y escuchando nuestros corazones latir desbocadamente.

Y entonces, pasó.

Sus labios rozaron los míos, era un toque tan suave, que parecía que sus labios no estaban sobre los míos, era tan suave que provocaba un poco de cosquillas. La que dio el siguiente paso fui yo, profundice un poco más el beso, moví mis labios lentamente presionando un poco más los suyos, Derek también empezó a mover sus labios con los míos, fue tan raro, porque ambos agarramos la frecuencia inmediatamente, no tuvimos que esperar para agarrar el ritmo; sentí como Derek delineaba mi labio inferior, estaba pidiendo permiso a lo que yo le di accesos gustosamente. Su lengua entro despacio en mi boca, parecería que tenía miedo, pero estaba segura que quería recordar perfectamente cada segundo de este momento.

Mi lengua se encontró con la suya, y fue como una chispa que nos incendio a los dos y el beso comenzó a subir de nivel. No era un beso pasional, ni tampoco de ansiedad. Era un beso lleno de amor, y de palabras.

Palabras que ninguno de los dos habíamos pronunciado, pero con este beso lo estábamos diciendo. Lo necesitaba, lo quería…lo amaba.

Poco a poco sentí la necesidad de respirar, por lo que el beso fue bajando de intensidad hasta que terminó en pequeños roces, parecidos al que tuvimos al principio.

“Eso fue…”.-Habló Derek con la voz entrecortada.

“Mágico”.-Completé por él.

But can you feel this magic in the air?
It must have been the way you kissed me
fell in love when I saw you standing there
It must have been the way
Today was a fairytale
It must have been the way
Today was a fairytale

Derek me miro como si estuviera viendo el tesoro que acababa de encontrar, que resultaba ser el más valioso del mundo.

No pude hacer otra cosa, más que sonreír. Era tan especial, nunca espere sentirme de esta manera. Derek devolvió la sonrisa, y mi respiración se quedó atorada en mi garganta; mi corazón dejo de latir, y yo me quedé viéndolo como imbécil hipnotizada. ¿Tenía que ser tan endemoniadamente perfecto? Me hacía sentir no merecedora de él, porque no solo era un adonis griego tallado a mano, tenía una personalidad encantadora, a pesar que él tenía todo en el mundo se mantenía sencillo y humilde.

Era p-e-r-f-e-c-t-o.

Today was a fairytale
You've got a smile that takes me to another planet
Every move you make everything you say is right
Today was a fairytale
Today was a fairytale
All that I can say is it's getting so much clearer
Nothing made sense until the time I saw your face.

Today was a fairytale
Time slows down whenever you're around

“Ahora si tengo que irme”.-Comentó con pesar.-“Probablemente mi mamá estará como león enjaulado esperando por mi”.-Explicó moviendo su mano que aún permanecía en mi mejilla.

“Bien”.-Murmuré tratando de sonar indiferente, pero sonó como el tono de un niño caprichoso cuando sus papás le niegan algo.-“Quiero decir”.-Intenté recuperar mi tono, pero entendí que era causa perdida cuando vi que él se estaba destornillando de la risa.

“Eres como una niña pequeña”.-Aseguró acariciando mi cabello.-“Pero eres MI niña pequeña”.-Mi ceño fruncido fue remplazado por una sonrisa.-“En verdad tengo que irme”.-Anunció besando mi frente.-“¿Te llamo mañana?”.-Preguntó separándose un poco.

“Más te vale”.-Amenace falsamente enojada.

Me dio otro suave beso en los labios y se alejo lentamente de mí; me quedé pasmada en la entrada viendo como se iba en su automóvil. Quisiera que se hubiera quedado aún más.

Suspiré pesadamente y metí mi trasero de regreso a mi casa. ¡Mi primer beso con Derek! Y había sido mágico, perfecto, único… podría pasar por todos los adjetivos calificativos del mundo entero, pero no serían suficientes para poder describir completamente la intensidad del beso.

But can you feel this magic in the air?
It must have been the way you kissed me
Fell in love when I saw you standing there
It must have been the way
Today was a fairytale
It must have been the way
Today was a fairytale

Cuando llegué al pie de las escaleras, me sentía flotar literalmente; no sentía mis pies rozando el suelo como normalmente lo hacía, ¡Estaba flotando en una nube muy lejana! Y no pensaba bajar muy pronto. Llegué a mi habitación, me quité el vestido y me puse mi pijama favorito. Apagué la luz y me quedé acostada en mi cama, reviviendo cada uno de los momentos que pasamos juntos; sentía mi corazón latir desbocado latir en mi pecho, tan fuerte que creí que amanecería con algún morete o algo por el estilo.

Suspiré mientras las puntas de mis labios se curvaban formando una ligera sonrisa antes de dejarme enredar en los brazos de Morfeo.

Time slows down whenever you’re around
I can feel my heart
It’s beating in my chest
Did you feel it?
I can’t put this down

*********

Sentí unas manos rodearon mi cintura y me atrajeron hacia el otro cuerpo.

“Buenos días”.-Escuché la voz ronca y cansada de mi marido.-“¿Cómo amaneció el amor de mi existencia?”.-Preguntó besando mi hombro.

“Ahora mucho mejor”.-Aseguré girando mi cuerpo para ver sus ojos.

A pesar de estos cincuenta años juntos, el ver sus ojos era algo que aún me ponía como una adolescente hormonal y dejaba a mi corazón completamente acelerado.

“Hoy soñé con nuestra primera cita”.-Comenté enredando mis dedos en su canoso pelo.

“Como olvidarla”.-Susurró acercando su cara a la mía.-“Si fue la cita que cambio mi vida para siempre”.-Confesó sonriendo abiertamente.

Quizá mi esposo no era el adonis que solía ser cuando era un joven, pero para mí era perfecto con sus rasgos de señor de la tercera edad. Y era aún más perfecto, porque nuestro amor había sobrevivido por cincuenta años.

Toda nuestra vida había sido un cuento de hadas.

Nuestro cuento de hadas.

But can you feel this magic in the air?
It must have been the way you kissed me
Fell in love when I saw you standing there
It must have been the way
But can you feel this magic in the air?
It must have been the way you kissed me
Fell in love when I saw you standing there
It must have been the way
Today was a fairytale
It must have been the way
Today was a fairytale

jueves, 7 de julio de 2011

Después de tu adiós.

¿Cuánto tiempo tenía aquí sentada?

¿Un segundo? ¿Un minuto? ¿Una hora? ¿Un día?

No lo sabía, no tenía idea ni qué hora era, ni mucho menos que día. Abrace mis piernas desnudas, ya que estaba usando solo una camisa que me llegaba hasta medio muslo. Su camisa, la camisa que había olvidado en mi departamento.

Me empeñaba en encontrar su olor en la camisa, pero la había usado tantos días que era ahora más mi aroma, que el de él.

Mire a mí alrededor, cartas, fotografías, regalos… Todos mis recuerdos que había formado con él, durante seis meses.

Suspiré.

Me levante lentamente, y al hacerlo perdí un poco el equilibrio, ¿Cuánto tiempo tenía sin pararme? Sentía las piernas entumidas, y camine un poco en la habitación para estirarlas. Sentía en las plantas de los pies las diferentes texturas de todos los objetos que estaban regados.

Me dirigí al pequeño escritorio donde tenía mi laptop, y mis cosas de la escuela. Recorrí la silla para sentarme, y casi me atraganto con mi propia saliva al ver sus jeans perfectamente doblados encima de ella.

Salí corriendo de esa habitación, ya no podía más. Tenía que olvidarlo, pero ¿cómo olvidar a alguien al que amas de semejante manera? ¿Cómo olvidar al amor de tu vida?

Mi vista estaba nublada a causa de las lágrimas y no supe cómo fue que termine en la cocina. Abrí el grifo y me moje que la cara, para tranquilizarme y refrescarme un poco.

¿Cómo fue que me metí en esto?

Por fin había terminado otro semestre de la universidad. Había tenido tantos proyectos, y exámenes que mi vida social estaba enterrada cien metros bajo tierra, y no solo la mía, las de la mayoría de los estudiantes. Por esa misma razón, unas compañeras habían organizado una fiesta en un bar cerca de mi apartamento; toda la universidad estaba invitada, por lo que la fiesta seria un caos… Aun así iría, necesitaba divertirme y relajarme.

Tal y como lo había predicho esta fiesta era un caos, había llegado junto con mis amigas, y ahora no las encontraba, por lo que me fui a la barra a ver si me encontraba a alguien por ahí.

- Un tequila, por favor.- Pedí al bar tender, necesitaba algo fuerte para deshacer los nudos de mi cuello.

- ¿Vienes de la fiesta de la universidad?-Escuché que me preguntaba el hombre que estaba sentado a mi lado.

- Si.-Contesté sin prestarle mucha atención, estaba más concentrada en mi bebida.

- ¿Demasiado estrés?-Preguntó de nuevo el extraño.

- Si.

- Entiendo.

Durante un largo rato nos quedamos en silencio, y mejor para mi, no me gustaba para nada hablar con extraños en bares.

- ¡Sam!.-Escuché que gritaban mi nombre. Giré la cabeza para buscar a quien me estaba llamando, y casi mi caigo del banco al ver al hombre que estaba a mi lado. Era casi perfecto.

Alto, castaño claro, piel bronceada, barba de tres días que lo hacía ver extremadamente interesante, y unos ojos grandes color miel, los cuales me veían intensamente. Aunque no era de mi edad, fácilmente me duplicaba la edad.

- Hola.-Dijo una vez que me vio viéndolo detenidamente.-Me llamo Christopher.-Se presentó a si mismo acercando su silla un poco más a la mía.

- Samantha.-Dije estrechándole su mano, era grande y fuerte. Tanto, que su mano envolvía a la mía, pero se sentía bien. Se sentía segura.

Desde esa noche nos hicimos grandes amigos, él tenía 37 años, era casado y tenía dos hijos, a los cuáles adoraba.

Era 16 años mayor que yo, y aún así la química era impresionante. Ambos sabíamos que lo estábamos haciendo estaba mal, el tenía un compromiso con otra persona. No hacíamos nada malo, solo hablábamos y nos dábamos cuenta de que teníamos demasiadas cosas en común; el tiempo con él parecía que se iba volando.

Y así fue, dos meses y la escuela estaba a punto de empezar. Solté un gemido de frustración, eso significaba menos tiempo con Christopher.

Ya no podíamos escapar de esto, nos amábamos, nos habíamos hecho co- dependientes el uno del otro. Esto estaba mal.

Y así fue como termine con mi corazón hecho mil pedazos, enamorada y herida. A pesar de que yo sabía que no podía estar con él, me había aferrado a algo imposible.

- Sam.-Había dicho una amiga.-No te metas en algo así, tú serás la que saldrá más lastimada; él se irá con su familia, y ¿tu? ¿Dónde quedaras?

Otro suspiro. Todo esto era mi culpa, tome una mala decisión. Casi destruyo una familia, y me destruí a mí misma. Todo por la necedad de tener lo que era prohibido.

Esto era enfermizo.

Era tanta mi necesidad de sentirlo, que lo imaginaba estando aquí en mi departamento, me gustaba pensar en que es lo que estaríamos haciendo si las cosas hubieran seguido adelante. Lo veía acostado en mis piernas cuando veíamos una película en la sala, o lo sentía abrazándome por la espalda cuando lavaba los platos.

O me imaginaba sus labios sobre los míos, como tantas veces los sentí. Y cada una de ellas, con la misma intensidad y el mismo efecto que la vez anterior.

Esto tenía que terminar, solo me pisaba a mí misma. Tenía que hacer algo.

¿Qué más podía hacer? Todo estaba perdido.

- Basta, Christopher.-Exigí intentando esconder la risa.-No me gustan las cosquillas. ¡Déjame!-Grité antes de soltar una carcajada que sonó por todo el departamento.

- ¡Te dije que te haría reír!-Dijo con orgullo mientras sus brazos rodeaban mi cintura y me alzaba en el aire.

- ¡Bájame! Las cosquillas no cuentan. Y no tengo tiempo para reírme, estamos en finales de semestre. Necesito acabar.-Volví a explicar, mientras me retorcía en sus brazos intentando bajarme.

- ¿A si?-Preguntó mientras me colocaba con extremo cuidado sobre el sillón.- ¿Tampoco tienes tiempo para esto?-Me besó suavemente en los labios.

- No, Christopher. Por favor, no quiero tener que desvelarme.-Me excusé mientras lo besaba entrecortadamente.

- ¿Y? De cualquier manera te ibas a desvelar…- Dijo como quien no quiere la cosa.

- ¿¡Te vas a quedar!?-Pregunté parándome en el sillón, extremadamente emocionada.

- Exacto.-Contestó mientras me volvía a cargar.-Así que mejor empezamos desde ya, para que puedas acabar tu tarea.-Dijo con tono picarón al mismo tiempo que caminaba hacia la habitación.

No pude hacer nada más que reír.

Grité, grité y grité como nunca lo había hecho. Pero era tiempo de dejarlo ir, ya había sido suficiente.

Metí cada una de las cartas, todas las fotografías y todos los regalos en un bote de basura grande. Y le prendí fuego.

Este era mi último adiós. Aquí era donde dejaba todo lo Él había hecho conmigo. Aquí dejaba a mi primer amor, y probablemente, al amor de mi vida. Aquí dejaba mi corazón. Aquí me dejaba a mí misma.

- Es que no lo entiendo.-Murmuré mientras agachaba mi vista intentando ocultar mis lágrimas.- ¿Por qué así? ¿Por qué ahora?

- Tú y yo sabíamos que esto tenía que terminar, tarde o temprano.-Contestó con una voz fría.

- Sí, pero todo iba tan bien. No me diste ninguna señal.-Comencé a hablar intentando recordar algún indicio de que la relación iba mal.-Esta misma mañana cuando hablamos, dijiste que me amabas, ¿es que acaso ya no lo haces?-Pregunté viéndolo a la cara, ya no me importaba que viera mis lágrimas caer por mis mejillas, al fin y al cabo el las estaba causando.

- No, ya no.-Contestó sin decir nada más y desviando la mirada.

El aire me faltó, se me cerraron los pulmones. No eso no podía ser. El me amaba, al igual que yo a él.

- Será mejor que me vaya.-Comentó después de un largo momento de silencio.

- ¡No!-Grité tomándolo de la muñeca.-No te puedes ir así, y dejarme.-Me paré y comencé a llorar desconsoladamente.-No puedes decirme 6 horas antes que me amas, y después solo negarlo, ¡Me estas ocultando algo!-Reclamé mientras me acercaba a él.-¿Qué es?-Exigí saber.

- No es nada.-Contestó caminando hacia la puerta.-Me tengo que ir.

- Estas mintiendo y lo sabes.-Recrimine, respire profundamente y me calme antes de hablar.-Si, en algún momento en estos seis meses, me amaste de verdad, te suplico, te ruego que me digas la verdad y no me dejes creyendo que jamás me amaste como yo te amo.-Intenté que sonara calmado, pero sonaba necesitado, era una súplica.

- Es mi esposa.-Dijo simplemente.

- ¿Lo descubrió?-Pregunte asustada.

- No

- ¿Entonces?

- Está enferma

- ¿Qué tiene?

Guardó silencio por unos segundos, y me miró fijamente.

- La enfermedad de Creutzfeldt-Jakob

- ¿Qué es eso?

- Es una enfermedad degenerativa del cerebro, no sé muy bien en qué consiste. Pero los doctores no le dan más de un año de vida.

- Lo siento.-Contesté mientras secaba las lágrimas en mis mejillas.-Ahora lo entiendo.-Murmuré con la voz más baja que podía ya que el nudo en mi garganta apenas me permitía hablar.

- Sam.-Pronunció mi nombre acercándose a mí, tomo mi cara entre sus manos con extremada delicadeza y me besó, lenta y profundamente.

Este era el beso. El último beso.

Seis años después

Cerré la puerta del departamento y me giré a la calle, vi el camión de la mudanza avanzando hacia la siguiente calle, mi taxi me estaba esperando. Le hice una señal de que esperara un poco más, y miré de nuevo a mi departamento.

Había vivido tanto aquí, había sido mi primer hogar.

Aquí había reído, aquí había llorado, aquí había amado… Aquí me había convertido en la mujer que soy.

Pero era tiempo de seguir adelante y crear nuevos recuerdos, como alguien más independiente y dejando atrás todo lo que alguna vez había sufrido.

Le sonreí al edificio y me monté al taxi.

- Al aeropuerto, por favor.-Pedí mientras cerraba la puerta.

- Claro.

En el aeropuerto

Faltaba menos de una hora para abordar mi avión a París, me iba a vivir allá para comenzar una vida nueva, y hacer mis sueños realidad.

Estaba en la máquina de comida comprando unos chocolates porque moría de hambre, cuando sentí la presencia de alguien atrás de mí.

Cerca, demasiado cerca.

Mire por el reflejo de la máquina y casi me voy de espaldas al ver esos ojos, SUS ojos.

Me giré rápidamente y lo vi, sonriéndome.

Pero su sonrisa no era la misma, estaba cansado, y se veía viejo. No como antes, pareciese que estos seis años algo lo hubiera consumido.

Pero eso no importaba, era él, estaba de vuelta en mi vida. Le sonreí, y le di uno de mis chocolates.

Lo demás no era necesario que lo dijera, todo lo que se tenía que decir, ya había sido dicho.

Cuando subí al avión no pude más que sonreír levemente, recordando todos los buenos momentos que tuve junto a él, por fin había cerrado esa etapa de mi vida, podría seguir adelante.

martes, 5 de julio de 2011

Respira


**Respira-Luis Fonsi**

Historia: Ana Sainz


--

A ciegas cruzando entre el miedo y la pena.

Solo de fé, golpeas la pared.

Arañas el mantel,

temblando como un barco de papel.

Escuché como algo se rompía en la planta baja, inmediatamente me levanté de la cama y baje corriendo.

“Ethan, ¿todo bien?”.-Pregunté mientras comenzaba a bajar las escaleras.

Nada. Solo se escuchaban sus pasos apresurados por la sala, y como empujaba los muebles de un lado a otro.

Me apresure un poco más, pero me congelé al llegar al último escalón. La casa era un desorden.

Los papeles estaban tirados sin ton ni son, los muebles volteados, la televisión en el suelo con la pantalla partida en dos, la pequeña mesita que estaba al centro de la sala estaba sin dos de las patas, y toda la decoración, tanto como cuadros, pinturas, fotografías… Todo estaba destrozado en el suelo.

Parpadeé lentamente mientras asimilaba que mi sala estaba destruida, pero ¿dónde estaba el? Escuché más ruidos desde la cocina y me dirigí hacia allá. Caminé de puntitas intentando esquivar los pedazos de vidrios, provenientes de las decoraciones arruinadas.

Llegando a la cocina pude ver que estaba en estado similar a la sala, los estantes estaban vacíos, y los platos estaban rotos en miles de pedazos junto con los vasos y algún que otro cubierto. Mis ojos se llenaron de lágrimas, no por la pérdida material, si no por lo que esto significaba.

Te veo, entiendo que estás bajo cero.

Cerca de ti, me quedo sin hablar.

Te escucho sin juzgar y

trato de ayudarte a respirar.

Lo encontré metido en el refrigerador, mientras con sus manos iba aventando los alimentos que antes estaban dentro. Los arrojaba con velocidad, como buscando algo.

Me quede callada un segundo mientras lo observaba, no era que quisiera que destruyera nuestra casa, pero si hablaba solo me rompería en dos, estas semanas habían sido muy difíciles y me había mantenido fuerte para él, pero cada día se hacía más difícil.

Cuando por fin termino de vaciar el refrigerador, saco su cabeza y se dirigió a la parte de atrás de este, desconecto todo y comenzó a empujar el refrigerador, hasta que logro tirarlo.

Solté un pequeño gritito del ruido tan fuerte que causo la caída, sus ojos automáticamente se encontraron con los míos. Estaban inyectados en sangre, desorbitados y llenos en lágrimas.

Su pelo esta alborotado, que le daba un aspecto un tanto lunático, me acerqué a él lentamente, insegura de su reacción.

Después de unos minutos, estaba a un solo paso de Ethan, él estaba estático, parecía que no respiraba. Tome una respiración profunda y di ese paso, y enrollé mis brazos alrededor de su cuello.

Al principio se quedó como estatua, pero al ver como no me quitaba, enterró su cara en el hueco de mi hombro, y lloró.

Lloró como la había hecho tantas veces durante estas semanas, era como un niño pequeño en lugar de un hombre de 27 años.

Yo sé cuánto cuesta sufrir, descansa mi amor.

Respira, aguanta un segundo y respira.

Cierra los ojos y mira.

Mientras te duela, respira conmigo el dolor.

Lentamente lo ayude a subir al recamara, y lo acosté, me quedé con él hasta que se quedo dormido. Lo observé por lo que pudo haber sido una eternidad, se veía cansado, viejo, agotado… se veía enfermo.

Pasé mis dedos por su cabello café, que antes era sedoso y fuerte, ahora su brillo había quedado perdido, y ahora era débil, tanto que cuando quite mi mano, varias hebras de cabello habían quedado entre mis dedos.

Con mi dedo índice, acaricie cada una de sus delicadas facciones, recordando que él solía hacer eso conmigo cuando no podía dormir.

Otro ataque se avecinaba por lo que abandone la habitación lo más rápido que mis pies me permitían. Sentía la opresión en mi pecho, ese sentimiento que no te deja sonreír y que provoca una sensación de asfixia.

“Deberías de haber ido al doctor ya”.-Dije mientras acomodaba el resto de sus camisas en el cajón superior derecho. “Tienes semanas con ese dolor, ya no es normal”.-Añadí mientras cerraba el cajón.

“Está bien, haré cita para mañana, mamá”.-Contestó en tono sarcástico.

“¿Cómo me llamaste?”.-Cuestioné mientras caminaba hacia él con las manos en la cintura.

“Solo digo que te preocupas casi o más que mi madre”.-Se defendió mientras retrocedía.

“¿Es así? Pues ya no me preocupare por ti, entonces”.-Dije cruzando mis brazos en mi pecho y dándole la espalda.

No había pasado ni tres segundos cuando ya lo tenía colgado a mi espalda, llenando de pequeños besos mi mejilla.

“Me haces cosquillas”.-Dije soltando una risita tonta.

“Me gusta que te preocupes, me haces sentir especial”.-Dijo con un tono de niño pequeño.

“Haz la cita”.-Ordené antes de girarme y darle un dulce beso en los labios.

Es fue nuestra última conversación alegre, al día siguiente había ido con él al médico, porque después iríamos a comer juntos.

Ese fue el momento en el que mi vida comenzó a caer al vacío, y no parecía tener un fondo.

Cáncer.

Ethan tenía cáncer.

Bajé las escaleras y comencé a limpiar la sala, o más bien a tirar todo lo que estaba roto. De los marcos solo sacaba las fotografías, y lo demás lo tiraba en una bolsa negra grande que cargaba en mi mano izquierda. Después me dirigí a la cocina, y duré otro rato limpiándola. Con mucho esfuerzo logré levantar el refrigerador y lo volví a conectar.

Habían pasado tres horas, y él seguía dormido. Era hora de su medicina, de nuevo. Tome una pequeña bandeja y puse un vaso con agua y sus múltiples pastillas, que lo preparaban para la quimioterapia.

Subí las escalera y lo encontré sentado en la cama viendo la televisión, al verme una leve sonrisa cruzo su rostro, una sonrisa en los labios, fue lo único que fue.

“¿Tienes hambre?”.-Pregunté acercándome al costado de la cama.

“En realidad, si tengo”.-Contestó mientras apagaba la televisión.

“¿De qué tienes antojo?”.-Cuestione colocando la bandeja en la pequeña mesita de noche que estaba a su lado.

“Quiero ordenar pizza, tomar refresco y ver toda la tarde películas”.-Anunció mientras sacaba su celular de su bolsillo.-“Bien, podemos ordenar pizza, tomar refresco, y tal vez ver una película, pero no toda la tarde”.-Argumenté recordando que hoy empezaba el tratamiento.

“Cierto”.-Contestó como quien no quiere la cosa.-“Pero para ser honesto, prefiero ver películas con mi hermosa esposa, a que me metan ajugas por mis venas”.-

“¿Cómo puedes preferir eso?”.-Contesté con una leve sonrisa al ver que el estaba de buen humor, pero después tuve que ponerme seria.-“Ethan, amor. Prometiste que lo ibas intentar, aunque sea una vez, quizá la quimioterapia te ayude.

“¿Y si no lo hace?”.-Cuestionó viéndome a los ojos. Miedo, sus ojos no reflejaban otra cosa, solo miedo.

Me quede callada, esa era una posibilidad. Pero teníamos que intentarlo, no nos íbamos a quedar de brazos cruzados mientras veía como esa maldita enfermedad consumía en vida a mi esposo.

“Lo tenemos que intentar”.-Contesté en un murmuro extremadamente callado, la voz casi no salía del nudo enorme en la garganta que se había formado.

Mañana si el juego te sirve otra carta,

una mejor, sé que voy a estar ahí.

Para apostar por tí y celebrar que quieres ser feliz.

Se puede aprender a sufrir, por eso, mi amor.

Su mano rodeaba fuertemente mi mano, sus dedos entrelazados conmigo, antes siempre un signo de amor, ahora un signo de protección. Ethan tenía miedo, y yo estaba ahí para él. Siempre.

El tratamiento se me antojo eterno, durante el proceso podía ver cómo es que se decaía cada vez más, quería volver a ser débil y salir corriendo de ahí, no tener que ver cómo es que se le iba la vida a la persona que más quiero.

Pero esto no era sobre mí, era sobre él. Yo siempre estaré a su lado, para hacer esto mas fácil y nunca, pero nunca dejarlo solo.

Respira, aguanta un segundo y respira.

Cierra los ojos y mira. Muerde la rabia y respira.

La vida, a veces no es justa la vida.

Hoy sólo hay velas caídas.

Mientras te duela, respira conmigo el dolor.

Llora hasta las lágrimas.

Suelta hasta la última.

Baja hasta el fin,

que de allí no pasarás.

No me moveré de aquí.

Yo no dejaré que te ahogues en el mar.

Si aún puedes respirar, respira, respira, respira.

“Te ves mal”.-Dijo mi mamá mientras le daba una mordida a su sándwich.

“¿A qué te refieres?”.-Pregunté fingiendo que no sabía que hablaba de mi aspecto.

“Esta situación te está consumiendo”.-Acusó mirándome fijamente.-“No quiero ver que tu juventud se va mientras tú solo cuidas a tu esposo, ya van tres años”.-Volvió a decir con un leve tono de reproche.

No pude evitar que eso me doliera, solo apoyaba un poco de apoyo de su parte.

“Es mi esposo mamá, tengo que hacerlo”.-Respondí evitando mirarla.

“He ahí, no tienes porque… El tiene a su familia, tu eres joven y tienes toda una vida por adelante, no tienes porque atarte a este hombre”.-Dijo desesperadamente. En otra situación me hubiera enfurecido, pero estaba cansada.

“Tienes razón, no tengo porque… Pero quiero hacerlo”.-Contesté simplemente levantando la mirada.-“No lo voy a dejar solo, no me importa si esto me toma cincuenta años, y en esos años lo único que tenga que hacer es cuidarlo… La haría y con gusto, lo necesito, probablemente más de lo que yo lo necesito a él.”.-La miré fijamente y vi su cara atónita, le sonreí levemente.-“Tengo que irme mamá, no puedo dejarlo mucho tiempo; entiendo que estés preocupada, no tienes porque”.-Dije antes de darle un beso en la mejilla y salir de la cafetería.

Llegué a la casa y lo encontré viendo la televisión en la sala-recamara, le di un suave beso en sus ojos y me dirigí a la cocina.

Ethan ya no podía hablar, la quimioterapia no había servido, su organismo no reaccionaba. Los doctores no le daban más de un año de vida, no me gustaba pensar en eso, la fe nunca la perdía, no me iba a dar por vencida hasta que ya no hubiera nada más que hacer.

Vacié la sopa en un plato de plástico, la enfrié un poco y me la llevé para darle de comer. Cada vez se hacía más complicado para el comer, y aun más doloroso, aun así lo intentaba.

“Listo”.-Dije al ver que ya no quedaba nada en el plato.

Me iba a parar a lavar el plato, pero sentí una pequeña presión en mi mano, al girarme para ver que era, vi que su mano tenía envuelta a la mía.

Lo miré a los ojos, me estaba hablando.

“Lo sé”.-Contesté intentando no llorar.-“Yo también te amo”.-Lo bese tiernamente e hice mi mayor esfuerzo por mantenerme integra.

Me quede otro rato a su lado abrazada a él, sentí su mirada en mi cabeza por lo que levante la mirada. Ya no había miedo, por primera vez en tres años sus ojos demostraban otro sentimiento.

Ahora había preocupación.

Inmediatamente entendí el porqué se debía su preocupación, por mí.

“Amor”.-Dije acariciando su suave cabello.-“No te preocupes por mi, yo soy la que se preocupa ¿recuerdas?”.-Intenté sonreír pero solo logre que las lagrimas comenzaran a salir de mis ojos.-“Yo estaré bien, siempre lo estaré, solo por saber que tuve el privilegio de haber compartido mi vida contigo, por haberte amado, y por haber sido amada por ti.”

Sus ojos estaban llenos de lagrimas, pero el limpió las mías. Me acarició cada una de mis facciones, intentando memorizarlas. Mi labio inferior temblaba un poco intentando controlar el llanto que quería saber.

Sentí sus sedosos labios posarse sobre los míos, era un beso lento pero firme. Tal y como nuestro primer beso, no importaba cuanto tiempo fuéramos a estar separados. Este momento éramos el y yo, y el resto de mi vida la viviría por él.

Más adentrada la noche, hacía más de dos horas que los médicos me habían dicho lo esperado, estaba vagando por la casa. Ahora era más grande, tan vacía.

Entre a su despacho, aun tenía su olor, necesitaba sentirlo de alguna manera, inventarme que el aun estaba aquí.

Abrí uno de sus cajones superiores y me encontré una pequeña notita. Rompí en llanto al ver las palabras que estaban escritas.

Respira aguanta un segundo y respira.

Cierra los ojos y mira.

Muerde la rabia y respira.

La vida, a veces no es justa la vida.

Hoy solo hay velas caídas.

Mientras te duela respira conmigo el dolor. Respira....